martes, 3 de junio de 2008


La 2ª Guerra Mundial ha sido el conflicto armado más sangriento, el que más bajas ha causado en toda la historia de la humanidad. Más de 60 millones de personas perecieron, la mayoría civiles.
El 2% de los habitantes de la Tierra murieron.
Pero entre tanta barbarie, hubo quienes fueron capaces de sobreponerse al horror y sacaron lo mejor de sí mismos para salvar la vida de muchos inocentes.
Hoy os voy a hablar de uno de estos héroes: Nicholas Winton.Nicholas Winton nació en Londres el 19 de mayo de 1909. Hijo de inmigrantes alemanes de origen judío, su infancia y adolescencia transcurrieron de manera apacible y tranquila, tal y como correspondía a un joven inglés de familia bienestante de principios de siglo.
En 1931, una vez finalizados sus estudios, entró a trabajar como agente de bolsa en su ciudad natal. Los años fueron pasando y la cómoda vida de Winton siguió su curso sin apenas contratiempos hasta que en diciembre de 1938 todo cambió para él. Por completo además.
En aquellas fechas tenía previsto pasar unos días de vacaciones esquiando en Suiza cuando recibió una llamada telefónica de su amigo Martin Blake en la que éste le pidió que cancelara todos los planes que tuviera para esos días y se dirigiera a Praga. "Tengo una propuesta muy interesante para ti. No te molestes en traer tus esquís", le dijo Blake.Al llegar a Praga, Blake le preguntó si quería echarle una mano y trabajar temporalmente en los campos de refugiados de la zona, donde miles de seres humanos, muchos de los cuales eran niños de origen hebreo, malvivían en condiciones infrahumanas.
La visión del drama que se abría ante sus ojos le marcó profundamente. Tanto que decidió montar una oficina improvisada en la habitación del hotel en que se hospedaba y comenzó a elaborar un plan para sacar del país a tantos chiquillos judíos como fuera posible para llevarlos a otros estados donde pudieran vivir en paz y tranquilidad, lejos de las garras nazis.
Poco a poco, la comunidad hebrea de la capital checa se hizo eco de la presencia de Winton en la ciudad y del motivo que le impulsaba a seguir allí. De ahí que centenares de familias acudieran a visitarle para tratar de persuadirle de que incluyera a sus hijos en la lista de los niños que iba a intentar salvar. Desesperados ante el avance de las tropas alemanas, quienes le iban a ver trataban de convencerle de que su situación era la más desesperada de todas, de que su caso era el más urgente.
El alud de solicitudes provocó que se viera obligado a abrir una nueva oficina en la calle Vorsilska para poder atender a tanta gente como fuera posible. Su amigo Trevor Chadwick se ocupó personalmente de ese despacho.En pocos días centenares de familias habían acudido a solicitarle ayuda para salvar a sus hijos y Winton se encontraba ahora desbordado.
¿Cómo conseguiría sacar del país a tantas criaturas? ¿A dónde las llevaría?Consciente de la magnitud del problema que tenía ante sí, contactó con los embajadores de las naciones que consideraba que podrían hacerse cargo de los chavales, pero sólo el gobierno sueco accedió a ocuparse de un grupo de niños.
Por su parte, Gran Bretaña prometió aceptar a los que fueran menores de 18 años sí y sólo sí antes encontraba a familias dispuestas a acogerlos. Unas familias que además deberían comprometerse a abonar por anticipado un depósito de 50 libras por cada niño para pagar su futura vuelta a casa.Los pocos días que tenía de vacaciones fueron pasando y finalmente Winton no tuvo más remedio que volver a Londres para reincorporarse a su puesto de trabajo.
Su regreso, eso sí, no le impidió seguir apuntalando su plan de rescate. Para empezar creó una organización a la que bautizó con el nombre de "El Comité Británico para los Refugiados de Checoslovaquia, Sección para Niños", que en un principio sólo contaba como miembros con él mismo, su madre, su secretaria y unos cuantos voluntarios.Una vez creado el Comité, Winton tuvo que hacer frente a un gran problema, el mayor que tenía por delante para llevar a cabo su proyecto: conseguir la financiación necesaria para pagar los costos del viaje en tren de los niños desde Checoslovaquia hasta el país de acogida y encontrar a personas que aceptaran hacerse cargo de estos chicos y pagar las 50 libras que reclamaba el gobierno.
Con estas premisas sobre la mesa, Winton comenzó a publicar anuncios en los diarios británicos, en las iglesias y en las sinagogas solicitando ayuda. La respuesta de los londinenses fue entusiasta. En unas semanas, centenares de familias aceptaron acoger a los niños y aportaron el dinero necesario como para iniciar los transportes desde Checoslovaquia hasta la capital inglesa.El primero de ellos se efectuó el 14 de marzo de 1939 en avión.
En los siguientes meses se organizaron otros 7 transportes, todos por tren. El último tuvo lugar el 2 de agosto de ese mismo año. Los ferrocarriles tenían como destino la estación de Liverpool Street, en Londres, donde esperaban las familias de acogida que, una a una, se iban haciendo cargo de todos los chicos que llegaban. El octavo tren tenía que salir de Praga el 1 de septiembre de 1939 y en él iban a viajar otros 250 niños, pero ese mismo día Alemania invadió Polonia y cerró sus fronteras. El transporte, literalmente, desapareció. Ninguno de los menores volvió a ser visto nunca más. Fueron 250 víctimas que se sumaron a los más de 15.000 niños que perecieron asesinados en Checoslovaquia durante la 2ª Guerra Mundial.En total Winton rescató a 669 niños judíos. Una hazaña que hubiera merecido múltiples condecoraciones y actos de homenaje pero que quedó en el olvido durante 50 largos años ya que nuestro protagonista prefirió mantener en secreto lo sucedido.
No fue hasta 1988 cuando Greta, su mujer, encontró un viejo maletín de cuero escondido en el desván de su casa y, rebuscando entre los papeles que contenía, se topó con las fotos de 669 niños, una lista con el nombre de todos ellos y algunas cartas de sus padres. Tal descubrimiento provocó que Winton no tuviera más remedio que explicarle a su esposa lo que había acontecido décadas atrás.
Sorprendida por la historia que le acababa de explicar su marido, Greta se puso en contacto con Elisabeth Maxwell, una historiadora especializada en el Holocausto nazi y mujer del magnate de la comunicación Robert Maxwell, propietario de periódicos como el Daily Mirror y el Sunday Mirror.Maxwell, cuyas raíces eran checas, quedó tan impresionado por la gesta de Winton que decidió publicar la historia en sus diarios. Poco después, la BBC se hizo eco de los sucesos que habían acaecido medio siglo antes y los acontecimientos se precipitaron. En unos días pasó de ser un personaje anónimo a convertirse en un héroe nacional, tanto en su país como en la antigua Checoslovaquia.
Tanto es así que en 1993 la Reina Isabel II le nombró Miembro del Imperio Británico; años más tarde, el 31 de diciembre del 2002, lo condecoró con el título de Caballero por sus servicios a la Humanidad; también ostenta el título de Liberador de la Ciudad de Praga y la Orden de T. G. Marsaryk, que recibió de manos de Vaclav Havel el 28 de octubre de 1998; el 9 de octubre del 2007 recibió la máxima condecoración militar checa, La Cruz de la 1ª Clase, en una ceremonia en la que el embajador checo mostró su apoyo público a una iniciativa impulsada por estudiantes del país que contaba ya con más de 32.000 firmas y en la que se solicitaba que le otorgaran el Premio Nóbel de la Paz.
La historia de Nicholas Winton ha servido de inspiración para la realización de dos filmes: All my loved ones, dirigida por el realizador checo Matej Mináč, y Nicholas Winton: The Power of Good, un documental que ganó un Emmy en el año 2002.
A sus 98 años de edad, Nicholas Winton reside en Maidenhead, una pequeña localidad situada en el sur de Gran Bretaña. Siempre lleva consigo un anillo que le regalaron algunos de los niños a los que salvó con la siguiente inscripción: "Salva una vida, salva el Mundo".
http://www.abadiadigital.com/noticia2742.html



domingo, 1 de junio de 2008

TRES TAZAS DE TÉ de Greg Mortenson


En 1993, Greg Mortenson regresaba de un intento fallido de alcanzar la cumbre del K2. Exhausto y desorientado, acabó desviándose del camino de descenso y alejándose de su grupo, para vagar perdido por una de las zonas más desoladas del norte de Pakistán. Solo y sin comida, agua o una tienda en la que protegerse, se encontró de pronto en una pobre aldea pakistaní, donde le cuidaron hasta su recuperación.
Sobre el libroMientras se recuperaba, vio como los ochenta y cuatro niños de la aldea, sentados a la intemperie, estudiaban sus lecciones escribiendo con un palo en el suelo embarrado. El pueblo era tan pobre que no podía permitirse el precio de un dólar diario que supone el salario de un profesor local. Antes de regresar a casa, Mortenson les prometió volver y construir una escuela.De aquella promesa nació una de las campañas humanitarias más increíbles de la historia: la misión de un solo hombre de luchar contra el extremismo y el terrorismo construyendo escuelas, especialmente escuelas para niñas, en el país que vio nacer y alimenta a los talibanes.Greg Mortenson y David Oliver Relin han escrito una maravillosa historia sobre increíbles logros en una zona del mundo donde los americanos son temidos y odiados. En su camino por lograr su objetivo, Mortenson ha sufrido un secuestro, cientos de amenazas de muerte, fatwas emitidas por mullahs enfurecidos y largas separaciones de su mujer y de sus hijos. Y a pesar de todo, los resultados obtenidos hablan por si solos.Con más dos millones de ejemplares vendidos, y tras permanecer más de sesenta y cuatro semanas seguidas en la lista de los libros más vendidos del New York Times, ‘Tres tazas de Té’ es todo un fenómeno literario que se ha visto recompensado con un gran apoyo del público y de la crítica. Ha recibido entre otro el reconocimiento de la revista TIME como “Mejor Libro del año 2007 sobre Asia”.Descargar introduccion_tres_tazas_de_te.pdf
Sobre los autores
Greg Mortenson: Co-fundador de la organización internacional Central Asian Institute dedicada a la creación de escuelas en las zonas de Pakistán y Afganistán más castigadas por la pobreza. Han construido ya más de sesenta escuelas en la zona. Entre otros, ha sido reconocido con el premio de la Cruz Roja al ‘Humanitario del Año 2007’.David Oliver Relin: Periodista y escritor afincado en Portland, está especializado en el análisis de información referente a la infancia. Ha recibido numerosos galardones por sus trabajos de investigación y sus entrevistas con los niños soldados han sido incluidas en varios de los Informes Anuales de Amnistía Internacional.
Entre líneas
“Cuando tuvieron los boles de porcelana con té de manteca hirviendo y humeando en sus manos, Haji Ali empezó a hablar. “Si quieres prosperar en el Baltistán, debes respetar nuestras costumbres”, le dijo, soplando su bol. “La primera vez que compartes el té con un balti, eres un desconocido. La segunda vez que tomas el té, eres un invitado especial. Y la tercera vez que compartes una taza de té, pasas a ser parte de la familia, y por nuestra familia, estamos dispuestos a hacer lo que sea, hasta morir”, le explicó, estrechando cariñosamente la mano de Mortenson. “Doctor Greg, debes dedicar tiempo a compartir esas tres tazas de té. Es posible que seamos incultos, pero no somos tontos. Llevamos mucho tiempo viviendo y sobreviviendo aquí”.
“Aquel día, Haji Ali me enseñó la lección más importante de mi vida”, dice Mortenson. “Los americanos creemos que uno tiene que conseguir sus propósitos de forma inmediata. Somos el país de los almuerzos de trabajo de treinta minutos y de los entrenamientos de dos minutos. Nuestros líderes pensaron que su campaña de “terror” podría poner fin a la guerra de Irak antes de que empezara. Haji Ali me enseñó a compartir tres tazas de té, a ralentizar el ritmo y a tener la construcción de relaciones en tanta consideración como la construcción de proyectos. Me enseñó que tenía que aprender del pueblo con el que trabajaba más de lo que podía esperar enseñarles yo”.


Dónde comprarlo
Si vives en España puedes encontrar este título en tu punto de venta habitual. Si no lo tienen pueden solicitarlo a nuestro distribuidor. Puedes ver nuestra lista de los distribuidores regionales.
Si vives fuera de España y estás interesado en adquirir un ejemplar, ponte en contacto con nosotros a través de nuestra dirección de correo electrónico: ilustrae@gmail.com
http://www.ilustrae.com/ilustrae/tres-tazas-de-t.html


La historia de Greg Mortenson es una de esas que, por mucho que sepas que son ciertas, resultan difíciles de creer. A principios de los 90 un alpinista americano que regresaba de una ascensión fallida al K2 se encontró perdido en una de las regiones más agrestes y míseras de Pakistán, el Balstistán. Por fortuna encontró una aldea en dónde, a pesar de la pobreza de sus habitantes, se le acogió como un huésped de honor y se le salvó la vida.
Agradecido, Mortenson pasó una temporada en el poblado balti de Korphe conociendo sus costumbres y necesidades, y le causó particular impresión el que los niños no tuevieran escuelas ni profesores, haciendo los deberes en campo abierto. Mortenson, sin dinero, apoyos, influencia y completamente sólo, prometió dotar a la aldea de una escuela.
Mortenson no sólo consiguió contruir la escuela sino que se terminó encontrando al frente de una organización benéfica que promueve la escolarización (en particular la femenina), el desarrollo sanitario y el económico de una de las regiones más pobres del mundo. Todo ello conseguido por un americano sólo en el turbulento Oriente Medio de después del 11-S.
El libro escrito por David Oliver Relin sobre la gesta de Mortenson tiene una doble intención. La primera es la evidente, dar a conocer al personaje y su fantástica peripecia vital. Sin tapujo alguno Relin confiesan que se ha dejado “fascinar” por Mortenson y leyendo el libro es difícil no terminar haciéndolo.
En honor a la objetividad y para no caer en la hagiografía, Relin dice haber dado voz a los “enemigos”, o por lo menos detractores, de Mortenson. Pero realmente en ningún momento encontramos la “otra cara” que las historias reales suelen tener. Y esto es, muy probablemente, porque no la hay. Relin hace un retrato tan redondo del afán sencillo, voluntarioso y entregado de este hombre que no se aprecian ambigüedades ni dobles raseros. No es tan difícil admitir, después de todo, que hay seres excepcionales en este mundo.
La segunda intención es la política. Lo que empezó siendo una obra altruista se convirtió en la “guerra contra el terror” de un sólo hombre al advertir que otros estaban construyendo otras escuelas: las madrasas fundadas con dinero saudí en las que se forma el pensamiento fundamentalista y jiahidista.
Greg llevó a América el mensaje de que la educación y el desarrollo eran la verdadera guerra contra el terror, que con una escuela en cada pueblo fuera de la órbita fundamentalista los talibanes desaparecerían en una generación. En los Estados Unidos bajo estado de shock tras el 11-S, decir en voz alta que no todos los musulmanes son malvados le valió insultos y amenazas de muerte. Siete años después, Mortenson puede decir que ha llegado al corazón de América: el éxito tanto de su fundación como de este libro así lo prueban.
El trabajo de Relin como narrador es en general correcto. Es capaz de anticiparse a la extrañeza del lector ante los acontecimientos extraños y sorprendentes que se van a suceder, por muy reales que fueran. Mortenson irá haciendo extraños aliados tanto en Pakistán como en Estados Unidos, y las aventuras de su vida pasan por la tensión de ser secuestrado por talibanes al humor un tanto negro de ser secuestrado por una ancianita americana solitaria que le atrae con la promesa de una cuantiosa donación.
Eso no evita sin embargo digresiones que no se acaban de justificar, como por ejemplo el tiempo dedicado al primer fracaso de Mortenson en formar una familia en EE.UU. (por otro lado predecible en un hombre que pasa su vida en la otra punta del mundo). Relin dedica tiempo a que conozcamos al personaje y su entorno familiar, a demostrarnos los sacrificios que ha tenido que hacer, pero no tienen desde luego el mismo valor ni la riqueza que el núcleo de la historia, el trabajo de Mortenson por escolarizar a los niños más pobres del mundo.
Tres tazas de té es una lectura gustosa y agradecida, una visión optimista pero no edulcorada de los conflictos contemporáneos y lo mucho que puede conseguir el valor, la filantropía y un poco de sentido común. Se le podría reprochar que su moraleja política es algo simplista, pero mientras sigamos escuchándo eslóganes del tipo “mátalos a todos y que Alá escoja a los buenos” habrá que combatir al simplismo mentiroso con demostraciones simples.
http://www.papelenblanco.com/2008/05/11-tres-tazas-de-te-de-greg-mortenson-y-david-o-relin


****muchísimas gracias a la genial aportación de lille havfrue. Su blog es: http://havfruelilleden.blogspot.com/.